Los servicios de restauración colectiva nos acompañan en todas las fases de la vida. Alimentamos desde la infancia (en guarderías y colegios) hasta la vejez en los últimos años. Somos responsables de dar de comer y cuidar a niños, estudiantes, trabajadores, ancianos… Ya que estamos presentes en todas etapas de la vida, como la universidad, el trabajo en empresas o en la administración, hasta hospitales, cárceles o el ejército, entre otros.

Un sector que afecta diariamente a un gran colectivo de consumidores especialmente sensible como son los niños, los enfermos o las personas de la tercera edad, por los que trabajamos en ofrecer un servicio de calidad y saludable, con los mejores productos del mercado, aportando una alimentación equilibrada y garantizando una exhaustiva seguridad alimentaria.

Nuestras principales diferencias, con respecto a los servicios de restauración comercial, giran en torno a cuatro aspectos clave:

01
Se firma un contrato escrito con la empresa cliente para dar el servicio de comedor. La empresa cliente, y no el consumidor final, determina la naturaleza del servicio que se va a ofrecer en sus instalaciones (diversidad, frecuencia de cada tipo de comida, etc.), los requerimientos nutricionales y de calidad, y la información que debe estar disponible tanto para la empresa cliente como para el consumidor final. Es un sector “B2B” y no “B2C”.
02
La comida se da en las instalaciones de los clientes (colegios, hospitales, etc.), por lo que las instalaciones y el equipamiento no son de nuestras empresas. El consumidor final no nos elige, es un “consumidor cautivo”, tiene muy pocas o ninguna posibilidad de elegir dónde comer o qué comer. Nuestros clientes son los colegios, los hospitales, las residencias, la Administración, etc.
03
Las empresas ofrecen menús sanos y equilibrados, valorados nutricionalmente por dietistas y nutricionistas. Además, en el caso de los colegios, se ofrece información adicional para los padres y madres para que complementen la dieta de sus hijos en casa.
04
El precio del servicio es considerablemente inferior al precio de la restauración comercial, un 60% menos (si se compara con el precio de los menús del día que tiene un restaurante medio, si nos referimos a comida a la carta la diferencia se incrementa mucho más). Generalmente se accede a los contratos y a la prestación del servicio mediante concurso público o privado. Es un precio social que incluye unos altos estándares de calidad, higiene y seguridad alimentaria.
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